Amores adolescentes

Hoy en el recreo he bajado a la cafetería del Instituto. Y adentrarse en el recreo en la cafetería es toda una aventura porque Pilar y Carmen se las ven y se las desean para abastecer de bocadillos y chucherías a un tropel de alumnos a los que algún desalmado les subió el volumen. Pero con un poco de paciencia al final siempre conseguimos un trozo de barra y los tres últimos minutos, antes de que suene el timbre, son de envidiable calma y tranquilidad.
Mientras esperas a que te puedan atender vas saludando a unos y a otros: hoy había unos cuantos de los mayores tomándose unos más que respetables bocadillos y J. me ha dicho: «profe, el domingo» y no ha hecho falta más, porque inmediatamente he pensado que el domingo era día 4 y, por tanto, «cumplemeses» de J. con su novia. Lo dice feliz y contento sin que los demás entiendan muy bien de qué va la fiesta. Y lo dice feliz y contento porque no es para menos: el domingo es el octavo cumplemeses que celebran y eso, a los diecisiete años, empieza a ser todo una proeza, bastante más difícil que la de conseguir el café en la hora del recreo. Y es una alegría que le revienta por los poros y no puede evitar recordársela, a cinco días del evento, al profesor que sabe que está en el «secreto». Secreto a voces porque todo el mundo sabe que J. está enamorado hasta las cachas y, aunque la mayoría le miran raro porque no conciben que tan joven se pueda estar tanto tiempo con una misma chica, en el fondo seguro que sienten cierta envidia porque aquello empieza a parecerse a amor del bueno. Ya lo dice Fito: «yo le doy mi querer al querer y lo doy para toda la vida, si quisiera vivir de placer, me buscaba un amor de cantina».
Pues felicidades, J., y que cumplas muchos más.

Reunión con padres

Ayer los tutores tuvimos la reunión de principio de curso con los padres de nuestros alumnos. Y aunque uno ponga cara de aquí no pasa nada, lo cierto es que es inevitable cierto hormigueo: ¿vendrán muchos o sólo dos? ¿vendrán madres o también algún padre? ¿habrán desenterrado ya el hacha de guerra? ¿me pondrán en un aprieto imposible?… Y uno piensa que en 4º de ESO quizá los padres ya estén un poco de vuelta, ya han ido a unas cuantas reuniones al Instituto y total para que les digan lo que sus hijos tienen que hacer o dejar de hacer no merece la pena el paseo… Y, sin embargo, he de reconocer que las reuniones de padres me encantan, aunque me echen por tierra la tarde y me anuden durante un rato el estómago.
La de ayer, sin que ocurriese tampoco nada especial, fue de lo más enriquecedora, por lo menos para mí. Vinieron un total de 32 padres y madres (había unos diez padres: todo un éxito) que representaban a 24 de los 30 alumnos que tengo. Y se veía que eran padres interesados en la educación de sus hijos, que querían conocer de primera mano al tutor de este curso del que probablemente ya conocen tantas cosas de primera boca por medio de sus «retoños».
Creo que no les dije nada nuevo: la necesidad de que les exijamos tanto en casa como en el Instituto para que no se nos conviertan en unos marquesitos o dictadores incapaces de hacerse la cama; la conveniencia de que tengan un horario y un lugar de estudio claro; la necesidad de escucharles sin asustarse nunca y de propiciar conversaciones más allá del monosílabo (para eso qué mejor que cenar sin la tele puesta) y que no sean conversaciones monotemáticas en torno al estudio; que ellos, los padres, son los primeros educadores de sus hijos; que me gustaría tener una entrevista personal con cada uno por lo menos una vez al trimestre… En el fondo, en lo esencial todos estamos de acuerdo y creo que conseguiríamos mucho mejores resultados si después fuésemos capaces de ir en la misma dirección. La enseñanza pública está pidiendo mejoras a gritos y una de las mejores mejoras me parece que es la de recuperar a los padres para la causa: que no piensen que el Instituto es un aparca adolescentes en donde unos tipos extraños, llamados profesores, se tienen que encargar de enseñar a sus hijos no sólo matemáticas, sino todo lo demás.
Y, afortunadamente, los padres de mi tutoría no lo piensan: su presencia y su interés en la reunión de ayer es clara muestra de que no lo piensan.

Primeras correcciones

He estado más de una semana desaparecido de este rinconcito de la red y la verdad es que lo siento y pido disculpas a todos los que se hayan pasado por aquí durante este tiempo y hayan tenido que pensar, «vaya, se ve que últimamente no tiene ganas, si lo sé me voy a navegar a otra parte».
Y no es por falta de ganas, bueno, quizá algo sí: porque me engaño pensando que por la noche encontraré un mejor momento para escribir y al llegar a la noche me doy cuenta de que el buen momento lo tendré mañana a mediodía (es decir, que en ese momento «no tengo ganas»). Hasta que, por fin, vuelvo a caer en la cuenta, una vez más, de que el mejor momento es siempre ahora y no después.
Sin embargo, puedo argüir en mi defensa que me he pasado una bonita semana de corrección de exámenes: los primeros del curso. Y con ellos, las primeras alegrías… y las primeras desilusiones, porque hasta que no corriges el examen vives con la ilusión de que este año todos los alumnos te demostrarán todo lo que saben y lo que están aprendiendo en tus clases. Y después del primer examen empiezas a sospechar que hay algunos a los que les va a costar demostrártelo.
De todas formas, tratas de no desanimarles, porque perder la primera batalla no es perder la guerra y tratas de hacerles ver que todavía están a tiempo, que este curso puede ser distinto, que con un poco (o un bastante, no nos engañemos) de esfuerzo lo conseguirán… Lo que no quita para que se te queden en el ánimo las cicatrices que te producen los suspensos y que la conciencia te recrimine por haber bajado tantos puntos por faltas de ortografía. A cada uno de los que bajo puntos por la ortografía y a todos los que hago sufrir con los exámenes me gustaría, parafraseando a Salinas, decirles aquello de «perdóname, el dolor, alguna vez, es que quiero sacar de ti tu mejor tú», pero lo mismo piensan que encima «cachondeo». Sin embargo no sólo bajo por ortografía: también subo. Había un premio especial en los exámenes de 2º de ESO de un punto extra al que no cometiese ninguna falta. Y ha habido tres o cuatro que se lo han llevado. Claro que casi siempre se lo llevan los que menos lo necesitan, como L., que estará tan contenta con su 10’25… y por supuesto yo también estoy tan contento con su 10’25, mucho más que con cualquier otra nota, por mucho que se empeñen los alumnos en creer que los profesores disfrutamos cuando ponemos ceros como puños.

XI FESTIVAL DEL CUENTO DEL BUEN HUMOR

Antes que nada, como bien salta a la vista, «recambio» de imagen, en vista de que la otra tampoco ha tenido mucho éxito. A mí también se me hacía un poco rara, a pesar de que creo que se leía mejor…
Y volviendo al tema de la entrada presente: este fin de semana se celebra en Madrid, como es de sobra conocido, el XI Festival del Cuento de Buen Humor en el que tengo la suerte de contar en dos de las cuatro funciones: el viernes y el domingo. La suerte y quizá también la desgracia, porque he de reconocer que algo agobiado sí que empiezo a estar porque quiero estrenar algunos cuentos (y en el humor uno nunca está del todo seguro de si va a funcionar o no el cuento) y porque soy el que cierra el festival y eso, además de ser una suerte, es una seria responsabilidad (y más si en el cartel anunciador te ponen por las nubes).
Ya os contaré (al que se anime a ir, le cuento allí mismo). Os adjunto el programa de todas las funciones precedido de un cuento hiperbreve:

humor hiperbreve

AMOR EFÍMERO

La besó olvidando que era burbuja de jabón.

José Víctor Martínez Gil


CARCA ¡JA! DA TOTAL

XI FESTIVAL DEL CUENTO DE BUEN HUMOR


OCTUBRE 2007

SALA II DEL CENTRO CULTURAL DE LA VILLA


UNA PRODUCCIÓN: CIINOE / CELCIT


Fundador: FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES. Director Ejecutivo: JOSÉ VÍCTOR MARTÍNEZ GIL


Veinte humoristas participantes, de Cuba, España, México y Venezuela,

en cuatro funciones diferentes para adultos. 8€ cada función:

·CARCAJADA TOTAL Viernes 12 de Octubre, 22:00 h.

·SÓLO HOMBRES PARA QUE SE RÍAN DE ELLOS

Sábado 13 de Octubre, 19:30 h.

·MUJERES DESESPER JA DAS (5) Sábado 13 de Octubre, 22:00 h.

·CAPERUCITA FEROZ Y OTROS CUENTOS PARA ADULTOS

Domingo 14 de Octubre, 19:30 h.

DOS COMPAÑÍAS DE HUMORISTAS EN UN FESTIVAL QUE TRIUNFA

EN MÉXICO D. F. Y LA HABANA: LOS ARTISTAS CONTEMPORÁNEOS

DEL ARTE DE CONTAR DE UN MODO DIVERTIDO Y CRÍTICO

CON SU HUMOR EN MADRID CAPITAL DEL MESTIZAJE.

Viernes 12 de Octubre, a las 22:00 h., Lo mejor del humor iberoamericano en cuatro acentos diferentes para las carcajadas: ‘CARCAJADA TOTAL’ Intervención especial: Francisco Garzón Céspedes (Cuba/España). Narradores: José Víctor Martínez Gil (México), Elena Villarroya, Vivian Watson (Venezuela), Eduardo Ares, Elena Arribas.

Sábado 13 de Octubre a las 19:30 h., Narradores, sólo narradores, y su singular, desternillante, y caótico sentido del humor: “SÓLO HOMBRES PARA QUE SE RÍAN DE ELLOS”. José María de la Morena, Rubén Ontoria, César Fernández, Jorge Zapata, José Luis Rovira y José Víctor Martínez Gil (México).

Sábado 13 de Octubre a las 22:00 h. A petición del público, y con nuevos cuentos, el éxito de los últimos Festivales, humor muy delirante: desesper ja do: “MUJERES DESESPER JA DAS” (5). María
Teresa Martínez, María Ángeles López, Mónica Rodríguez, Yolanda
Portugal, Isabel Cuéllar, Elena Villarroya y Vivian Watson (Venezuela).

Domingo 14 de Octubre a las 19:30 h. CLAUSURA. Tres de los narradores que más y mejor convocan el humor: Fátima Martínez, María Luisa Aranda, Antonio Fernández. Y el espectáculo del hombre que hace reír a todos con las más ingeniosas y disparatadas historias Eduardo Ares: CAPERUCITA FEROZ Y OTROS CUENTOS PARA ADULTOS.

Venta anticipada de entradas desde el Martes 9 de Octubre

en el Centro Cultural de la Villa, Plaza de Colón,

Metro Colón, de 11 a 13:30 y de 17 a 18:00 h.

O a partir del lunes 8 de Octubre en TEL-ENTRADA Caixa Catalunya,

Tel.: 902-10-12-12, www.telentrada.com

Sólo adultos y jóvenes.

Cambio de imagen

Sí, lo confieso: he estado en un tris de titular: «Cambio de look«, pero algo muy dentro de mí se ha rebelado y al final cambio de imagen, aunque suene un poco más pedestre.
El caso es que hace unos días un amigo me dijo que el blog estaba muy bien (claro, es un amigo), pero que no le gustaba el fondo «pues impide que se lea
demasiado bien» (y tratándose de un amigo es una observación que hay que tener muy en cuenta). Ahora que lo pienso, espero que se refiriese al fondo de la pantalla y no al contenido de lo que escribo…
Si esta nueva imagen tampoco convence no hay más que decirlo, que se cambia en un «pliqui»… palabra que no sé de dónde ha salido y que todavía no está en el diccionario de la Real Academia, pero que resulta mucho más breve que un periquete o un momentito, que además de palabras largas, son cursis.
Por cierto, tampoco conozco el origen de «tris», pero me gusta imaginarme que viene del griego: tris, trijós: «pelo»… Entre las muchas cosas que ya se ve que desconozco, se incluye el cómo cambiar de fuente en este blog… Buff, blog, qué palabra más fea, suena a golpe en el estómago vacío.
Ya lo siento, hoy me he debido de levantar con el pie filológico.

Criterios de calificación

Prometí en un comentario a profaprendiendo que haría una entrada con mis criterios de calificación y aquí está. Lo aviso al principio porque a lo mejor todo esto te pilla un poco lejos y no quieres perder el tiempo leyendo esta entrada.
Del 100% final, un 10% se consigue con las ya dichas 30 caras del Cuaderno de Escritura, otro 10% con las notas de clase, un 10% más con la lectura de los libros y el 70% restante con exámenes (normalmente el de evaluación supone un 30%, pero depende del número de exámenes que haya, porque eso cambia con los cursos).
Un pequeño paréntesis… (Estoy escribiendo esto y siento cierto dolor en los nudillos de la mano derecha. El caso es que esta mañana he dado un fuerte golpe en la mesa con el puño, pero no para atajar alguna conducta «disruptiva» o imponer silencio, sino simplemente porque me he emocionado yo solito y he empezado a despotricar contra el mito de que los signos de puntuación reflejan pausa: una coma, una pausa; un punto, una pausa un poco más larga; punto y coma, pausa intermedia… «¡¡¡¡Los signos de puntuación no reflejan pausas!!!!», todo esto acompañado con el golpe en la mesa que me está haciendo recordar, diez horas después, que quizá se me ha ido la mano. Y cierro el paréntesis que ya no es tan pequeño).
Volviendo a mis criterios de calificación: el 10% de la nota de clase se consigue trayendo los ejercicios que voy mandando, a un ritmo bastante razonable. Cuando mando ejercicios, voy preguntando uno por uno si los tienen hechos y a los que los han hecho les pongo un positivo. A los que no los han hecho les echo una mirada de «cómo me haces esto» (o mejor, de «cómo no me haces esto») y ya está, ni siquiera un negativo, porque ellos verán: máxima libertad, máxima responsabilidad. Me imagino que, de vez en cuando, alguno me engañará y me dirá que los ha hecho cuando no los ha hecho, pero en la mayoría de los casos son sinceros («los he hecho, menos la segunda parte del tercer ejercicio porque no lo entendía») y se agradece de veras su sinceridad: de hecho sólo pongo negativos cuando descubro que alguien ha intentado engañarme.
En cuanto a los libros, mando dos libros obligatorios por trimestre (los mismos para todos) y pongo una fecha límite para habérselos leído. Para comprobar que los han leído no les hago hacer un trabajo, porque quiero que lean, no que odien la lectura o copien trabajos a otros o desgasten el ctrl+C ctrl+V. Además tendría que corregir muchísimo más. Tampoco les hago un examen general. Es todo mucho más sencillo: cuando se lo leen, me dicen que se lo han leído y en dos o tres minutos de un recreo o de final de las clases les pregunto por el libro. Sí, ya sé. Soy un ingenuo. Alguno me engañará. Allá él. Yo prefiero que alguno me engañe a desconfiar por sistema… Y no es tan fácil engañar a un profesor cara a cara: se corren demasiados riesgos y hay que tener demasiada poca vergüenza. No compensa. Sale más rentable leerse el libro.
Aparte de los libros obligatorios pueden leerse más libros voluntarios (que les llegan a subir un 5% extra) de una lista que les doy. Si se quieren leer un libro que no está en esa lista, primero me lo tienen que consultar, porque no quiero cargar sobre mi conciencia que lean alguna de las tantas bazofias que son tan fáciles de encontrar.
En fin, que si uno lo piensa un poco, resulta que se puede conseguir un 30% de la nota sin realizar grandes esfuerzos. Al principio, cuando empecé con este sistema, exigía que en los exámenes sacasen al menos un cuatro, porque, si no, te puedes encontrar con gente que aprueba la evaluación con todos los exámenes suspensos… Pero la realidad suele ser que quien es capaz de leerse los dos libros, escribir todas las hojas del cuaderno de escritura y hacer todos los ejercicios que les mandas es gente con suficiente interés por la asignatura y fuerza de voluntad para sacar nota en los exámenes sin problemas.
Y hasta aquí, no vaya a ser que el golpe en la mesa me acabe «valleinclanizando»: sería esperpéntico.

Vaya caras

Hoy me han dado las listas con las fotos de los alumnos a los que doy clase. La verdad es que mucho no las necesito porque siempre procuro aprenderme los nombres desde el primer día (y no es que tenga buena memoria, es que me los estudio), pero las fotos son bastante divertidas.
Ya se ve que a todos cuando nos ponemos delante del fotomatón nos entra una terrible sensación de culpabilidad, porque la mayoría salen con una cara de delincuentes que dan ganas de echar a correr.
También ves que algunos siguen tirando de la oferta que les hicieron hace cuatro años de 32 fotos por 3 euros y resulta realmente difícil reconocerlos: de pronto descubres que hay pelos que se han rizado, que han cambiado de color o que han crecido considerablemente.
Si uno se fija con más detalle, comprueba que, en realidad, hay muchas tendencias a la hora de hacerse la foto: los que miran con cara de cierto desprecio porque quizá saben que esas fotos acabarán en manos del profesor y quieren advertirle de que con ellos hay que tener mucho cuidado, los que se han hecho la foto tras un día agotador y tienen la cabeza hundida entre los hombros, los que sonríen porque les hace gracia hacerse fotos o porque saben que así salen mejor, los que piensan que tal vez la foto les quitará parte de su espíritu y miran atemorizados… y luego hay unos pocos que salen tal cual son, porque parece que han nacido para ser fotografiados (por eso debe de ser que se les llama fotogénicos).