En realidad, cuando escribo feliz 2015 no te estoy deseando un año en el que te toque la lotería (a veces eso puede ser una desgracia), en el que no se presente ningún problema en tu vida, en el que goces de buena salud, en el que se cumplan todos tus deseos. De hecho, no te deseo un feliz 2015… Sino que seas feliz en el 2015, a pesar de los pesares que no faltarán porque vienen de serie con la vida. Lo que no viene de serie es tu capacidad para transformar el limón en limonada, para aligerar esos pesares y convertirlos en alas, para…
Bueno, tampoco me importaría que te tocase la lotería, que no tuvieses ningún problema, que gozases de una salud fantástica y que se cumpliesen todos tus deseos, pero si no te ocurre nada de eso no te agobies. Te seguimos queriendo igual… o quizá más. «Quiéreme cuando menos lo merezca, porque será cuando más lo necesite», que decía el doctor Jeckyll, supongo.
¡Sé feliz en el 2015!