FELIZ 2012

Se acaba el año y a uno le resulta inevitable echar la vista atrás para ver qué ha sido de este 2011 que tan felices nos deseábamos y, ya que estamos, aprovechar para hacer algunos propósitos para el 2012.

Como lo que ha sido de mi vida durante este curso, prefiero guardármelo para mí, he recurrido al viejo truco de ver qué ha sido de este blog.

Y según el contador, ha habido un total de 44.675 visitas, aunque solo 4.105 son personas que han vuelto (bueno, la verdad es que 4.105 es un número que me parece más que respetable y me abruma un tanto). Además, todos los días del año alguien se ha pasado por aquí (los hay con fe, porque a veces ha habido que esperar casi un mes para encontrarse una entrada nueva). Y el récord, con diferencia, se produjo el miércoles 27 de abril con 669 visitas… Ahora mismo voy a ver qué escribí ese día… Pues menudo chasco. De ese día no hay entrada y la anterior es del 21 de abril, titulada «Conversaciones de subida«, que creo que no ha sido una de las más brillantes. En fin, misterios de la red.

En mayo el blog cumplió cinco años y ni siquiera lo celebré. Los temas que me siguen proporcionando más visitas son los poemas de Jairo Aníbal Niño, la reseña de Cometas en el cielo y todo lo referido al temario de las oposiciones de Lengua y Literatura.

Los últimos cinco días han llegado hasta aquí gentes de España en su mayoría, pero también de Colombia, Argentina, Estado Unidos, México, Chile, Suiza, Ecuador, Alemania, China, Israel, Inglaterra, República Dominicana… Me imagino que la mayoría de ellos por error. Pero a los que estoy realmente agradecido es a quienes se empeñan en seguir leyendo, independientemente de mis guadianas, y de vez en cuando se animan a dejar algún comentario: hemos llegado a 1.221 comentarios y digo «hemos» porque míos son unos cuantos para responder a los que comentan (premio especial este año a Somozas).

Lo triste es que he escrito solo 32 entradas, es decir, no llegan ni a tres al mes. Y me parece que no hay derecho a que todos los días haya gente que se pase por aquí y rara vez se encuentren algo nuevo. Pues ya está el propósito: «nulla dies sine littera», que diría el bueno de Cicerón.

¿Me estás diciendo que has escrito 32 entradas en un año y ahora piensas escribir 365? No, pienso escribir 366 porque el 2012 es bisiesto.

Vale, vale, lo sé, es imposible. Pero si me propongo 366 a lo mejor llego a las cuarenta y tres.

FELIZ 2012.

ES VERDAD, ME GUSTA LA NAVIDAD

Acabo de leer una entrada de J que se titula «ES VERDAD, NO ME GUSTA LA NAVIDAD» y resulta que leyéndola he descubierto que, en gran medida, a mí me gusta la Navidad por las mismas cosas que a él no le gusta:

«Las copiosas comidas con compañeros de trabajo y/o familiares a los que ni siquiera diriges la palabra durante el resto del año»: afortunadamente dirijo la palabra a todos los familiares y compañeros de trabajo con los que coincido en dichas comidas y, de hecho, a veces es una excusa fantástica para organizar una comida y ver a gente que hace tiempo que no ves.

«El décimo de lotería que no toca nunca y veinte euros menos»: desde hace dos o tres años, a mí la lotería me toca siempre: no juego ni un céntimo y por tanto tengo veinte euros más que casi todos los españoles. Además, no jugar a la lotería es una forma de facilitar que caiga en el Instituto, porque la lotería siempre cae donde hay alguien que se ha empeñado en no comprar el décimo. Y ese es el problema, que la mayor parte de la gente compra el décimo no tanto pensando en que va a tocar, sino en cómo se presenta al trabajo al día siguiente si el décimo toca y no lo compró.

«Las horripilantes frases hechas tipo feliz entrada y salida…de año»: pues a mí me encantan y deseo encontrarme con alguien al llegar a casa y poder decirle «Feliz Noche». A mí, que la gente se desea felicidad me parece fantástico.

«Los sms a las tantas el día 31, los sms a las menos el día 24»: pues también me encanta comprobar que hay gente que se acuerda de mí en esos momentos, aunque sea con una frase manida y protocolaria.

«Tu cuñada pididendo que escribas un sms a personas que no conoces porque dice que se te da bien escribir»: una vez más tengo más suerte que J, mis cuñadas son muy conscientes de mis posibilidades y seguro que prefieren que gaste mis neuronas en los poemas sobriniles que les debo antes que en imposibles frases originales de Navidad. Aunque también es cierto que M, la conserje del Instituto, me pidió algunas frases bonitas para felicitar la Navidad y he sido incapaz de decírselas…

Y también me encantan los regalos y poner cara de… cuando los recibo y las llamadas a familiares para que me puedan reprochar que no les llamo nunca y el Belén de la Plaza Mayor, aunque todavía no he ido a verlo y tantas otras cosas. Pero, como ya he escrito otros años por estas fechas, lo que más me gusta de la Navidad es la historia que cuenta, porque me encantan las historias y porque la de que Dios se hace Niño y nace en un pesebre es tan maravillosa, independientemente de las creencias de cada cual, que merece la pena cantar unos cuantos villancicos y hacerse el propósito de ser mejores.

Así que, junto a todos mis sobrinos, os deseo Feliz Navidad:

Errhare umhanum est (V)

La última vez que escribí una entrada con un título parecido (las haches suelen bailar a su gusto, por error intencionado, que luego hay gente que se me escandaliza) fue el 14 de mayo de 2009 y allí hablaba de lo abandonada que tenía esta sección del blog. Pues tres años y medio después la recupero con la idea de que una alegría compartida es doble alegría y una pena compartida es media pena y estos errores no sé si son alegrías o penas, pero espero que se multipliquen y dividan correctamente.

Como siempre, pongo en primer lugar la frase del alumno en cuestión, siempre de forma anónima, y luego entre paréntesis y en cursiva dejo un comentario hecho con cariño… y con un poco de mala idea, porque en el fondo estos errores me dejan en evidencia como profesor y eso tampoco me hace mucha gracia. Quizá, para ser conscientes de la gravedad de la situación, hay que tener en cuenta que se trata de alumnos de primero de Bachillerato.

«El Cid fue un gran herrero» (así tenía tan buenas espadas).
«El narrador presenta varios personajes diferentes. Los elipetos de los que se aplican a los personajes» (que me lo exlipiquen).
«Es del mester de clerecía del s. XVIII» (pero si no hemos llegado al XV).
«Estos cantares los cantaba un junglar» (en medio de la selva, me imagino).
«Metáfora: repetición de sonidos» (¿Qué he hecho yo para que me machaque el pecho el martillo de su ignorancia?).
«La epliglesis: era el canto de un hombre hacia que sentia hacia otra persona» (¿Alguien me lo traduce? Habla de subgéneros líricos…).
«Metáfora: repeticiones constantes de palabras» (no me lo creo, no me lo creo, no me lo creo, no me lo creo,…).
«Sátira: composición en la que se ridicula a una persona» (me aluciniza).
«El poema de Mio Cid del siglo III (aproximadamente)» (ah, bueno, si es aproximadamente lo podemos dar por bueno).

El comienzo de la escritura

N. me dice que en la «Carta a Lucía» apenas menciono que uno es un profesor de vocación (bueno, él dice que no lo menciono en absoluto, pero yo le he intentado hacer ver que alguna referencia indirecta sí que hay), A. me asegura que ha dejado de leer el blog porque nunca lo actualizo y yo mismo me doy cuenta de que últimamente solo hablo de nuevos sobrinos o de lo mal que está la cosa… Y la verdad es que dejo pasar tantas y tantas anécdotas que ocurren en el día a día, que bien pueden arrancarte una sonrisa o hacer que te replantees tu vocación docente.

El otro día estaba explicando en clase el Poema de Mio Cid y como soy incapaz de dejar pasar cualquier referencia a la cultura clásica, me remonté a los poemas épicos griegos y romanos.

-¿Quién sabe cuáles son los primeros poemas épicos griegos?

Y, de pronto, los que tenían tantas ganas de hablar, enmudecen, salvo los que preguntan al de su derecha qué pregunto, porque en ese momento estaban a otra cosa.

Después de varios intentos fallidos por fin a alquien se le ocurre decir la Ilíada.

-¿Y quién es su autor?

No es fácil, pero al final alguien menciona a Homero, porque es el autor que hay que decir cuando te preguntan cosas raras.

-¿Y de qué siglo es Homero?

Y entonces sí que empieza la fiesta, porque voy preguntando uno a uno y se van soltando en una especie de subasta cronológica: siglo XV, siglo VI, siglo I, siglo VIII… Y de pronto la pregunta que desconcierta:

-¿Antes o después de Cristo?

-Antes de Cristo -responde, convencido X.

-Hala -le replica su compañero Y, más convencido todavía-, ¿cómo va a ser antes de Cristo, si antes de Cristo no existía la escritura?

Y uno está acostumbrado a todo tipo de barbaridades, pero esta vez no pude reprimir la carcajada, por lo que le pedí perdón a Y.

Al final de la clase ya me aclararon que se habían hecho una apuesta para ver si se atrevían a decirme esa barbaridad… Me gustaría creerles, pero a Y le salió la frase tan del alma, que me parece más bien que fue un disparate fruto de la emoción del momento. Tal vez no sea el asunto para tanto y lo mío roce más bien el escándalo farisaico, pero no sé, algo me dice que en 1º de Bachillerato un poco más de cultura general tampoco sobra.