El trigésimo sexto

El otro día me mandó un mensaje F. para felicitarme por mi primer año de sacerdote, aunque fuera con un poco de retraso. Y le contesté que nunca es tarde, si la dicha es buena, pero que, si hubiese esperado un poco más, podría haberme felicitado puntualmente por mi segundo aniversario… Me reconoció entonces que se había metido en el blog y como la última entrada era la de «Un año de sacerdote» supuso que el aniversario sería reciente…

Y por fin vuelvo aquí, también al grito de «¡Nunca es tarde, si la dicha es buena!» (y espero que lo sea) para anunciar que el 25 de agosto ha nacido Pedro, el trigésimo sexto de mis sobrinos, el quinto de R., el séptimo de mis hermanos. El pequeño detalle es que nació el 25 de agosto… de 2017, hace hoy justo un año y hasta ahora no he sido capaz de venir al blog a regalarle una entrada. Tengo que agradecer a M., su madre, que en todo este tiempo no me lo haya echado en cara, aunque seguro que el retraso empezaba a escocer. Lo fácil sería echarle la culpa a la tesis (que en breve, Dios mediante, dejará de ser excusa para nada) o a los muchos líos o… Pero la verdad es que no hay excusa que valga, sino un empeño procrastinador que asusta. Así que queden aquí mis disculpas junto a la más feliz de las enhorabuenas para sus padres, hermanos, abuelos y demás no poca familia, mientras entono también a voz en grito el cumpleaños feliz.

Aquí va un par de fotos. Del día de su nacimiento y de hoy, justo un año después. Pero puedo asegurar que no se ha pasado todo el año durmiendo: