Aula-Materia

Desde el curso pasado hemos cambiado el sistema de distribución de los alumnos en las aulas. Antes cada grupo tenía un aula de referencia en la que daba la mayor parte de sus clases, salvo Educación Física, EPV (Plástica para los no iniciados), Música y algún que otro desdoble. Por problemas de espacio, cuando un curso estaba fuera de su aula de referencia, esa misma aula se aprovechaba para meter a otro grupo, con los consiguientes inconvenientes: destrozos de los que nadie se responsabiliza, mesas pintadas misteriosamente,… y ay de ti si se te había olvidado llevarte algún libro contigo.

Al final de cada clase sonaba un timbre y tres minutos después sonaba otro indicando que empezaba la siguiente clase. En esos tres minutos los alumnos estaban obligados a permanecer dentro de su aula, preparando las cosas para la siguiente materia. Pero en la práctica, no es nada fácil que 25 o 30 alumnos de doce a dieciséis años se queden quietos en su sitio… Es más, no solo no se quedaban en su sitio, sino que aprovechaban para salir al pasillo y darse una vueltecilla o para perseguir por la clase a alguien, sin importarles mucho si se provocaban milagrosos destrozos. Milagrosos porque siempre se realizaban sin intervención humana al grito de «eso ya estaba así»:

El curso pasado, inspirados en las experiencias de otros institutos, decidimos optar por el sistema de aula-materia. Es decir, después del timbre que indica el final de cada clase, los alumnos se tienen que desplazar por el Instituto hasta su siguiente destino. Si tenemos en cuenta, que antes salían, entre unas cosas y otras, dos o tres veces al día, la diferencia no es tanta. Claro, que no salían todas las clases a la vez. Ahora llegar a tu aula se convierte en ocasiones en algo más complicado que avanzar por la M-30 en hora punta y el nivel de decibelios aumenta terriblemente. Por supuesto hay quien siempre se despista y se cree que le toca en la clase que está justo al lado de la de sus amigos de otros grupos.

No hay solución perfecta. Sin embargo, si alguien me pregunta, le diré que prefiero este segundo sistema, porque tiene algunas ventajas significativas: resulta que han disminuido considerablemente el número de destrozos dentro de las aulas porque estas permanecen cerradas con llave hasta que llega el profesor, aunque han aumentado los destrozos en el pasillo. Considerablemente quiere decir que nos hemos gastado unos 5.000 euros menos en reparaciones.

Por otra parte, tener aula-materia te permite acondicionar la clase a la asignatura: tener alguna pizarra digital del departamento, unos libros de consulta o una pequeña biblioteca…

De todas formas, lo más triste de todo es eso: que no haya solución buena por la capacidad destructiva de unos cuantos amparados en el anonimato. Lo triste es que no sean capaces de valorar que lo que ellos destrozan lo reparamos con los impuestos de todos.

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